En estos últimos retazos del curso escolar, me enorgullece (y no tiene nada que ver con la última entrada) decir que voy sobrada de tiempo con la programación y eso significa que puedo explicar a mis alumnos la Estadística y la Probabilidad.
La probabilidad la suelen pillar rápido pues jugamos con monedas, dados, cartas... Les cuento que es más fácil que nos toque la lotería primitiva que la lotería nacional o la O.N.C.E., por aquello de que el orden si importa. Se quedan de piedra cuando les comento que en la carrera tenemos una asignatura que se llama Teoría de Juegos, pero que no se imaginen que estábamos toda esa hora jugando al mus o al cinquillo. Eran unos teoremas enormes sobre la justicia en el azar.
La Estadística es distinta, con sus tablitas, su media, mediana y moda. Además, la Estadística aparece en la historia sagrada: José y María acudieron a Belén por estarse realizando un censo de población.
La Estadística estaba ya en pleno auge. De hecho, los egipcios hacían gran acopio de datos, pero no seamos ingenuos, aunque en mi pasión por los números podría decir que todo ello surgió como un fervor numérico maravilloso, os estaría mintiendo: apareció para poder controlar los impuestos y por tanto, pode cobrarlos. Es decir, lo de siempre. Lo que me recuerda que debo hacer la declaración de la renta...