martes, 30 de junio de 2009

Pequeños grandes tesoros


Cuando murió mi padre, yo tenía veintiún años y estaba bastante atontada pues no había tenido ningún motivo de fuerza mayor para madurar de golpe, hasta ese momento, claro.

Recuerdo que yo estaba abrazada a mi madre, la cual no reaccionaba a todo lo que ocurría a nuestro alrededor, mis hermanos no se lo podían creer. A mi alrededor todo estaba negro, fue un día de agosto muy soleado, pero yo no logro recordarlo. No paraba de venir gente a darnos el pésame, todo seguía oscuro. En aquella época no teníamos móviles por lo cual no pude avisar a mis amigos y pensé que ellos no se enterarían y no podrían acompañarme en esos momentos.
Al anochecer vi aparecer, entre la gran cantidad de personas que allí se agolpaban, a mi amiga-hermana. Cuando me abrazó comencé a sentir un poco de consuelo, el alivio del dolor que solo pueden dar las amistades que son para toda la vida.

Nunca le he agradecido su gran apoyo. La complicidad de la amistad sincera a la que se puede llegar no tiene precio y es un gran tesoro que no nos podemos permitir el lujo de perder. Hay que mimar los pequeños detalles, los que quedan al final y los que son los que realmente cuentan.

Gracias amiga-hermana.

jueves, 25 de junio de 2009

Excusas, excusas...



Hay excusas que se utilizan para justificar algo que te mueres por hacer pero que si lo confiesas abiertamente, te puede acarrear problemas con alguien cercano, así que te inventas una buena excusa como que casi te pusieron un puñal en el pecho y ya no pudiste decir que no.

Otras excusas se utilizan para evitar hacer algo que no te apetece nada pero para lo que no tienes ninguna coartada o disculpa y por tanto la tienes que inventar. Con estas hay que tener mucho cuidado porque es muy fácil que te pillen en la mentira, como por ejemplo: "Ay no puedo ir a la cena porque tengo que quedarme cuidando a mi sobrino" (el pobrecito tiene solo diecisiete añitos de nada).

El otro día tapeando con unos amigos, salió el tema de los compromisos que tenemos en los trabajos, entiéndase: cenas, salidas, bodas, comuniones, etc.
Una de las parejas empezó a discutir porque uno de ellos "ha tenido" que ir a varias cenas del trabajo y antes de irse de vacaciones lo han invitado a una comida en una casa con piscina a echar el día. La pareja, molesta, protestaba porque se quedaba en casa y no lo acompañaba, solo limpiaba, lavaba la ropa y hacía otras tareas domésticas. El primero, para calmar los ánimos, empezó con las excusas para justificar sus salidas. Mala cosa. Su disculpa fue que "fui pero no me apetecía nada ir, no tenía ninguna gana". Ahí la pareja entró en cólera pues "una pareja son dos personas y van juntas a todo".

Situación incómoda donde las haya. Pero he de confesar que yo no estoy libre de pecado, la última ha sido para no ir a una boda de un primo al que no veo desde que era pequeña (unos cuantos lustros). Le dije que estaba de viaje de estudios con mis alumnos, así que el día de la boda y el siguiente estuve medio escondida en casa de amigos por si acaso me pillaban.

Os animo a que os sinceréis y confeséis vuestras más ocultas excusas, podemos coger ideas los unos de los otros ¿no os parece?. Tranquilos que aquí no se juzga a nadie...

P.D.: Para los que estáis más flojillos en inglés, os traduzco el chiste que inicia la entrada. Perdóname Mirna si no está muy bien traducido pero una hace lo que puede. "Le pregunté a mi padre que de dónde vienen los niños, ¡él me dijo que la gente se los descarga desde internet!"

martes, 23 de junio de 2009

Ha sido un honor...


¿Quién dice que la edad no es un grado?¿Quién dice que no tiene un gran significado la palabra maestro?

He trabajado durante cuatro años en el mismo instituto. Mi departamento está formado por seis profesores, siendo yo la "benjamina" del mismo, el mayor se jubila este verano y el resto tiene bastante experiencia docente.

Ángel, mi jefe de departamento, me ha enseñado que el rigor no está reñido con el sentido del humor y la complicidad con los alumnos. Gracias maestro.

Mª Victoria, catedrática de matemáticas, me ha enseñado que la preparación se demuestra trabajando, sin alardear de títulos y con un gran compañerismo. Gracias maestra.

Diego, matemático y el organizador de todas las actividades complementarias, me ha enseñado que, aún teniendo el viento en contra, siempre se puede buscar una solución buena para todos. Gracias maestro.

Mª Carmen, maestra y luchadora nata, me ha enseñado que lo importante es ser coherente, no perder de vista las prioridades porque los alumnos siempre lo agradecen aunque al principio pueda parecer todo lo contrario.

Paco, maestro y caballero, me ha enseñado que, aunque estés contra el sistema, no se deben descuidar las necesidades de los alumnos.

¿Cómo resumir todo lo que siento?Difícil.
Me he sentido protegida, apoyada, escuchada. Me voy llena de cariño y recordando todo lo bueno vivido: las risas en las reuniones de departamento, los cotilleos que nos contábamos cerrando la puerta para que no nos escucharan, las bromas que me hacíais y en las que yo siempre he caído, bajar a la cafetería y ver a Ángel y Diego desayunando sus pitufos de jamón, las semanas de las Matemáticas buscando innovar para sorprender a los alumnos, las cenas de Navidad y final de curso.
El próximo curso, cada martes a segunda hora, un trocito de mi corazón va a estar a vuestro lado porque esa hora se ha ido convirtiendo en terapia de grupo en familia.

Muchas gracias maestros...

lunes, 15 de junio de 2009

Graduaciones

Hoy es el acto de graduación de cuarto de la E.S.O. de mi instituto y eso me ha hecho recordar cuando, allá por el siglo (y milenio) pasado terminé C.O.U. ¡Ay, qué tiempos, qué joven era una!
Nos fuimos de cena a una pizzería cerca del paseo marítimo de Málaga pero no tuvimos entrega de diplomas ni nada de eso. Realmente lo único que nos importaba es que ya éramos (casi) adultos. La mayoría empezamos una carrera universitaria, muy raro era el que ya dejaba de estudiar, al menos en mi insti.
Dio la casualidad que en mi clase estaban todos los hijos de lis profesores que nos daban clase y, aunque pueda parecer raro, eso hizo que nos exigieran mucho más.
Hoy que despido a mis alumnos, tengo un nudo en la garganta pues han sido unos alumnos excepcionales por su nobleza, afán de superación, comprometidos, maduros, simpáticos y me vais a permitir que hasta son guapísimos.
Es un orgullo ver que van a empezar una nueva etapa llenos de ilusión y de miedo a lo desconocido.
Ellos van a venir con corbata, para algunos su primera vez, y todo engominados.
Ellas con traje largo y taconazos y por supuesto de peluquería.
¡Mucha suerte!
Un abrazo para todos de vuestra profe de Mates.

sábado, 13 de junio de 2009

Me completas...


Tu me levantas...

Cuando me fallan las fuerzas y me siento caer.

Tu me solucionas...

Si no encuentro salida en la ecuación de mis ideas.

Tu me proteges...

Cuando los fantasmas vienen a por mi.

Tu me amas...

Si mi corazón se vuelve loco de pasión.

Tu me rescatas...

Cuando no encuentro tu alma, mi refugio.


Solía buscar las piezas de mi puzle...

Solía andar sin dirección...

hasta que te encontré,

hasta que me encontraste

y me completaste...

miércoles, 3 de junio de 2009

Piropos de época...


El viernes pasado fue la fiesta de graduación de segundo de bachillerato de mi instituto y la cena parecía más bien la celebración de una boda, pero estuvo bien porque los alumnos se lo pasaron genial y eso que no había alcohol. Algo increíble la verdad, pero al ser menores se respetó bastante bien el tema.
Bueno a lo que iba. Para mi dicha cena fue bastante reveladora. Me senté al lado de mi jefe de estudio, Alfredo, y resultó que su madre y mi madre fueron vecinas en mi barrio de El Perchel a principios de los cuarenta.
Ambos coincidíamos en lo dura que era la vida en esa época en un barrio de trabajadores y pobres. Pero también había un sentimiento que creo perdidos hoy.
Mi madre me contaba que iba por la calle con 18 años y los hombres le tiraban las capas a sus pies para que la pisara, era uno de los más altos piropos de la época. Cuando iba a comprar el pan el tendero siempre colaba a los demás clientes porque le decía a mi madre que cuánto más tiempo la tenía en la tienda, más agradable le resultaba trabajar.
Mi madre con su timidez, se quedaba horas en la panadería y luego tenía que escuchar pacientemente la bronca de mi abuela por haber tardado tanto.
Hoy todo esto sería tachado de acoso sexual.
Yo me quedo con el componente romántico y con el orgullo de las capas pisadas por mi madre en las calles de mi querido Perchel.