Dicen que no sé estarme quieta, que soy "culillo de mal asiento". Tienen toda la razón.
Pero en mi defensa diré que aunque me gusta hacer muchas cosas, y normalmente son a la vez, quien me conozca seguro que ve a una persona tranquila.
Desde muy pequeña siempre me ha gustado aprender e intentar que no pase un día sin que haya "aprovechado el tiempo".
El otro día hablando con una amiga, me comentaba que le faltaba tiempo para ella, que con el trabajo, su hija, y la casa que no podía dedicarse ni cinco minutos.
Esta idea está muy generalizada en nuestra sociedad.
En la mayoría de los casos, sacrificamos nuestro "momento absoluto" por realizar las más arduas e ingratas tareas que nos llevan al estrés y a la tristeza.
Mi "momento absoluto" es aquél que cuando ha terminado, echo de menos.
Puede ser de muchos tipos: diez minutos abrazada a mi refugio, una buena película que ha hecho volar mi imaginación, un libro que cautiva, una canción que te llena el pecho de emociones, seguir en la cama cinco minutos después de sonar el despertador, un paseo por el campo, un abrazo de mis sobrinas después de haber jugado con ellas...
Yo sé cuándo necesito recuperar mi "momento absoluto" en el momento que no tengo en mi cabeza una banda sonora de fondo.
Unas de mis pasiones es escuchar música, soy una cantante frustrada. Así que cuando me doy cuenta que no tengo una canción dando vueltas de fondo: ¡peligro!
Busquemos nuestros momentos y disfrutemos un poquito más del tiempo para que no sea perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario