martes, 28 de abril de 2009

Piardas de la vida


Hoy he salido del instituto con muy mal sabor de boca. Los padres de una alumna se han separado recientemente y por lo visto han acabado tirándose los trastos a la cabeza.


Como suele ocurrir en estos casos, los hijos son moneda de cambio y riqueza para que sean ellos los que decidan cuál de sus progenitores es peor persona.


Esta alumna después de pasar un fin de semana luchando con sus sentimientos, se hizo una piarda el lunes y no entró al instituto.

Hoy me decía llorando, que le iba a estallar la cabeza y que se fue con una amiga a desahogarse.

...

Su madre se había enterado, pero mi alumna no quiere preocuparla y no le dice que está sufriendo por dentro, mientras que su madre cree que no le interesan los estudios (como información diré que esta alumna nunca ha repetido curso).


Este jueves tengo una cita con esa madre para hablar de su hija...


¡Qué injustos somos los adultos intentando resolver nuestros problemas y diferencias!


Este jueves me haría una piarda de la vida para irme a pasear junto a unos lirios y unos naranjos en flor contemplando a las golondrinas volar...

jueves, 23 de abril de 2009

Oh Polen...


Oh polen que vas madurando con el frío invernal,

y al llegar el mes de abril comienzas a despertar.


Con la suave brisa comienzas a volar,

para a mi nariz llegar.


Mis ojos no pueden verte

pero si te sienten.


Mis pulmones se rinden ante ti,

menos mal que existe el ventolín.



Oh polen que logras unir tantos sentimientos en mi,

¡dame cuartelillo

para, en esta dulce primavera, poder sobrevivir!

Envidia...


Ayer una alumna mayor (y por mayor quiero decir bastante mayor que yo) me dijo que quería hablar conmigo. La cité en el recreo, y resulta que tenía guardada una felicitación de Navidad desde entonces y que no se había atrevido a dármela porque le daba vergüenza. Y es que en el sobre también había un collar y unos pendientes que había hecho ella. Sinceramente no sabía qué decir.

Si es cierto que a final de curso, siempre suele caer algún regalo por parte de un grupo de alumnos con los que has tenido más afinidad, pero nunca me había pasado a mitad de curso.


Hoy, otra alumna me ha traído una rosa de la parcela de su casa. Es una rosa de pétalos grandes y un perfume que hacía mucho tiempo que no disfrutaba en una flor. Supongo que era por San Jorge. No lo sé porque la mujer me la ha dado y estaba hasta nerviosa.


Sinceramente, han sido unos detalles que te dan unos ánimos para cuando vienen esas dudas existenciales que te crea algún que otro alumno traviesillo...


Al llegar a la sala de profesores y al verme con la flor, algún o alguna compañera (no quiero dar pistas) ha soltado el correspondiente comentario para fastidiar: "Eso es para que la apruebes..."

Y me han entrado unas ganas de volver a cuando era niña y contestarle: "¡Chincha rabiña que tú no tienes!"

En cambio, para no perder mi fama de diplomática..., simplemente le he dicho: "¡Ay qué mala es la envidia!" ¡¡¡Sí se lo he dicho!!!

No creo que cuando un alumno se toma la molestia de escoger esa flor, cortarla, llevarla en papel de aluminio para que no se estropee, esté pensando en que así el profesor le va a aprobar.


Y si es así, dejadme ser ingenua y pensar que simplemente lo ha hecho porque ha querido.

lunes, 13 de abril de 2009

Y... ¿para qué sirven las matemáticas?


Ayer me hicieron esa pregunta.

Estuve comiendo en casa de unos amigos, y salió el tema: ¿Y de verdad los polinomios sirven para algo?

Debo reconocer que intenté escaquearme de contestar, pero al final y bajo petición popular tuve que mojarme.

La verdad es que yo también me he hice esta pregunta muchas veces en la carrera, sobre todo cuando alguno de mis profesores, necesitaban tres pizarras ( y no exagero) para escribir la demostración de uno de esos teoremas sobre Análisis Matemático III o bien de Topología Algebraica.

Pero lo descubrí después de terminar la carrera. Sabía que tenía que enfrentarme a unos pequeños humanos que me harían muchas veces esa pregunta y debía estar preparada.

¡Eureka!

Esa era la clave: mis adoradas Matemáticas me habían estructurado la mente para encontrar soluciones diversas a un mismo problema. Me enseñaban a razonar.

Para que comprobéis vuestro raciocinio, os propongo la siguiente cadena de razonamientos a ver qué os parece y que forma parte del libro "El Club de la Hipotenusa":

Se atribuye a San Agustín la mayor apología jamás realizada a favor de un número: "Seis es un número perfecto en sí mismo y no porque Dios creara el mundo en seis días, más bien lo contrario es verdadero. Dios creó el mundo en seis días porque este número es perfecto, y será perfecto siempre, incluso si el trabajo de los seis días no hubiese existido."

Si a esta reflexión se añade la de Leopold Kronecker (matemático): "Los números enteros fueron hechos por Dios, lo demás es obra del hombre" tendríamos ya una secuencia racional de la creación:

Primero Dios creó los números enteros, luego eligió al seis y entonces empezó a crear el mundo.


¿Quién dice que las Matemáticas no sirven para nada?

sábado, 11 de abril de 2009

El fideo parlanchín


Ayer estuve en un bautizo y como siempre, me quedo sorprendida por la paciencia que tienen los padres con sus hijos, en la mayoría de los casos claro. Se les entretiene con lo que sea para que guarden un mínimo de silencio pues se está en una iglesia y da mucho apuro ver como todo el mundo se vuelve a buscar a ese padre que no consigue hacer callar a su hijo que solo quiere jugar y oír el eco de su voz.
Todo esto me recordó una anécdota de mi hermano mayor, Paco, cuando tenía unos tres o cuatro años.

Mi hermano era muy lento comiendo. Para que os hagáis una idea: masticaba los fideos de pelo del puchero. Lo cual hacía que mi madre desesperara hasta el punto de inventarse un cuento para que no lo hiciera:

"Paco, hijo, érase una vez un niño que cada vez que comía fideos los masticaba. Un día cuando iba a llevarse la cuchara a la boca, uno de los fideos se levantó de la cuchara y con cara de miedo le dijo al niño: "No me mastiques, trágame..., no me mastiques, trágame...". Desde entonces, el niño hizo caso a ese fideo que se atrevió a pedirle ese favor y se tragaba los fideos sabiéndole aún más buenos que antes."

Funcionaba a veces, pero un día que no funcionó, a mi padre se le acabó la paciencia, cogió a mi hermano en brazos y lo lanzó hacia la cama desde el comedor, unos dos metros de distancia, y durante ese primer vuelo sin motor mi hermano Paco fue haciéndose pipí mientras surcaba el aire.
He de hacer varias aclaraciones:
1ª. En defensa de mi padre, diré que lo hizo solo esa vez y fue controlado pues lo lanzó sobre la cama de matrimonio que estaba al lado.
2ª. A mi hermano no le quedó ningún trauma infantil como pudiera ser miedo a volar o fobia al puchero.
3ª. Mi madre añadió una nueva parte al cuento sobre el fideo parlanchín: "No me mastiques, trágame... si me masticas puedes hacer un vuelo incontrolado y muy peligroso..."
4ª. Cuando mi hermano mediano y yo, que soy la pequeña, comíamos puchero y mi madre nos contaba el cuento, mirábamos a mi hermano mayor y él nos decía: "Haced caso al fideo parlanchín que yo conozco a ese niño..."

Lo diré siempre, ¡qué difícil es ser padres!

miércoles, 8 de abril de 2009

París


Esta Semana Santa entre procesión del Domingo de Ramos y del Jueves Santo me he escapado con mi refugio a París a celebrar su cumpleaños y descansar un poquito, así que no he podido escribir. Aprovecho que estamos en un café con wifi para hacer esta entrada y poneros los dientes un poquito largos con la foto de Notre Dame que es lo que más nos ha gustado y que colgaré cuando vuelva a casa porque aquí no hay manera y mi refugio se está poniendo de los nervios.
Un saludo parisino a todos.

P.D.: Lo prometido es deuda, aquí os dejo una foto de la catedral de París para abrir boca.

miércoles, 1 de abril de 2009

Virgen de los Dolores

Hace unas semanas se publicó un libro sobre la quema de conventos en Málaga y me he encontrado con una gran alegría.
Resulta que mi padre nos contaba que cuando quemaron la iglesia de San Pedro, mi tía abuela junto con mi abuela, cogieron a la virgen de los Dolores de la cofradía de la Expiración que no se estaba quemada, la envolvieron en una manta y se la llevaron a casa con el riesgo que eso suponía.

Toda la familia decidió guardarla en la azotea en un cuartillo en el que se guardaban trastos para que, si iban a registrar, no la encontraran pues allí nunca subían.
Durante algo más de dos meses la tuvieron escondida y solo subían para rezar pero siempre con mucho cuidado porque los vecinos podían sospechar.
Cuando todo se calmó lo suficiente como para confesar lo que habían hecho, se la entregaron a un hermano de la cofradía para que estuviera más segura.
Esta historia ha aparecido en ese libro con el nombre de la familia de mi abuelo.
Quién iba a decirnos que tantos años después esta historia iba a salir a la luz sobre todo porque muchos hermanos no querían creer que dos mujeres humildes y creo que sin ser muy conscientes de las posibles consecuencias que podrían haber sufrido, hubieran salvado a su virgen.

Solo espero que mi padre desde el cielo y junto a su virgen de los Dolores, esté disfrutando de que todo el mundo pueda leer la historia de dos percheleras que salvaron a su virgen escondida en una manta.