martes, 24 de marzo de 2009

MONOS EN LA CIUDAD

Hace un par de domingos estuve merendando en casa mis amigos David y Reyes y tuvimos una conversación sobre monos y cómo cuando mi amiga Susana era pequeña había una tienda en Córdoba que tenía un mono enjaulado como atracción hacia sus clientes. Algo imposible en nuestros días.
Entonces recordé una anécdota que le pasó a mi madre cuando yo era una dulce niña..
Normalmente, mi hermano Pepe bajaba a comprar el pan para el desayuno antes de ir al colegio, pero ese día hacía mucho frío y mi madre se compadeció de él dejándolo dormir un rato más y bajó ella a comprar los bollitos de pan.
A los tres minutos de cerrar la puerta de casa, oímos dos gritos seguidos, el primero de mi madre, el segundo no sabíamos de quién era.
Esta gran mujer volvió a subir las escaleras de los tres pisos hasta llegar a casa en un visto y no visto. Llegó con la cara blanca. Resulta que al llegar al portal, siente que algo le cae sobre el hombro. Mira, y era un mono de unos 15 kilos de peso (bastante grande). Y dio el primer grito, y acto seguido el mono dio el segundo grito. Mi madre se empezó a sacudir el brazo hasta que por fin el mono se soltó.
El mono trepó hasta llegar a nuestra ventana. Nos miraba fijamente y mis hermanos y yo lo mirábamos como si estuviéramos viendo ¡el mayor espectáculo del mundo! Ahí se quedó casi cuatro horas, hasta que la policía subió y le tiró un dardo tranquilizante que no le acertó y éste se fue brincando por los tejados.
Debo decir que aparte de la gran aventura que fue tener un mono en nuestra ventana y que atacó a nuestra madre, ese día nos libramos de ir colegio al día siguiente fuimos los alumnos más populares de todo el cole.

2 comentarios:

Mirna dijo...

Vaya una cosa curiosa. De verdad que es la primera vez que oigo una historia así: que salgas de tu casa y te caiga, no sé, una araña, salamanquesa, o cualquier otro insecto, pero ¡un mono! vamos no se me habría ocurrido.
Menuda anécdota Ángeles. Me he reído mucho.
Un besazo, ¿qué habrá sido del mono?

Ángeles L. Satorre dijo...

Querida Mirna, el mono siguió saltando unas cuantas horas más hasta que al final la policía lo abatió, según mi madre, con un dardo tranquilizante. Aunque ahora con los años creo que lo mataron. Lo peor es que el dueño del mono, que lo tenía en una jaula en el balcón, también empezó a saltar por los balcones porque la policía lo iba a detener por tener animales salvajes sin permiso.
Que quieres que te diga: COSAS DEL PERCHEL MALAGUEÑO